martes, 29 de julio de 2025

Democracia y descontento

Nuestros sistemas políticos se definen como democráticos, es decir, como sistemas en los que el gobierno responde a la voluntad del pueblo y sin embargo, hace tiempo que este pueblo no se siente representado por sus instituciones. Esto responde a distintas causas.

En primer lugar, en países como España llevamos muchos años en que el nivel de vida de la mayor parte de la población no mejora e incluso empeora (1). En épocas de prosperidad los defectos del sistema político crean menos rabia.

En segundo lugar, ha ido quedando muy patente que los poderes del Estado a menudo no responden a importantes demandas del pueblo. Para mí el caso más claro fue como en la crisis que siguió a 2008 la mayor parte de la ciudadanía se oponía a los recortes realizados por los gobiernos pero ello no evitaba que se produjesen. El descontento por la crisis y su gestión cambió el gobierno de PSOE a PP pero ello no evitó que se siguiera aplicando la misma política. Ya hay analistas que señalaron que las elecciones nacionales en varios países europeos de aquellos años , incluyendo el nuestro, tenían poco sentido. (2) Y en la época actual, hay un problema tremendo de acceso a la vivienda, y los gobiernos no aplican la política de fuerte control de ese mercado que se sabe que cuenta con el apoyo de la mayoría de la gente en España.

En tercer lugar, se sabe que en el mundo desarrollado ha ido disminuyendo la conexión entre el Estado y la sociedad civil desde al menos finales de los 60. Antes los partidos y otras grandes asociaciones organizaban a gran parte de la sociedad; actualmente ese vínculo apenas existe. Esto refuerza la falta de respuesta a las demandas populares mencionada anteriormente y también contribuye a una falta de sentido de pertenencia, es decir, a ver la política y el Estado como algo ajeno.

En cuarto lugar, los medios de comunicación responden, como no podía ser de otra forma, al descontento causado por el sistema político, pero no lo hacen promoviendo una actitud constructiva de mejora de la sociedad sino, en general, fomentando la visión más negativa de lo político, cuando no el usar el cabreo para promover una agenda reaccionaria.

Frente a la situación que tenemos, no es tan descabellado decir que no vivimos en una democracia de verdad, aunque esta afirmación provoque burlas en algunas personas. Evidentemente, según la Ciencia Política, hay rasgos que distinguen los regímenes considerados democráticos de los propiamente dictatoriales (no todos los regímenes son iguales) pero eso no impide que nuestros sistemas haya falta de representación, situaciones de desigualdad ante la ley y hasta cierta represión política.

¿Significa eso que el voto no vale de nada o es un engaño como dicen algunas personas?

Es posible debatirlo, pero yo diría que todavía no son siempre iguales en todo todos los partidos. Eso sí, si votamos a alguien diciendo que es un “mal menor” eso implica que lo consideramos un mal, y por tanto que veríamos bien si fuera posible rebelarnos contra él. Es decir, no debemos ser mansos con un gobierno porque lo hayamos votado, o porque se piense que eso posibilita que vengan los otros. Porque si no, el mal menor se hará cada vez más malo. De hecho, es la protesta que está habiendo la que ha provocado que se tomen unas mínimas medidas respecto a la vivienda, pero dados los grandes intereses especulativos que hay en ese tema, haría falta mucho más para que se pudiera arreglar de verdad.

De todos modos las frases “no hay verdadera democracia” o incluso “las elecciones o el parlamento son un engaño” aunque tengan bastante de cierto no son tampoco la panacea porque las puede decir también alguien que no tenga intenciones de acabar con la opresión sino de reforzarla. Una posición problemática es aquella que critica las maldades de la clase política diciendo muy poco, o nada, del sistema económico y de la clase empresarial que lo domina.

Además, por muy injusto que sea en algunos aspectos nuestro Estado, todavía tiene mecanismos que distribuyen riqueza y prestaciones hacia personas peor situadas. Por lo que el discurso que habla en contra de los impuestos y el gasto público así en general, sin diferenciar unas políticas de otras también es peligroso. Aquí se ve el problema de que un discurso que busque favorecer la justicia tiene que hacer ciertas matizaciones y distinciones mientras que el opuesto puede simplificar más por lo que es más fácilmente propagable.

Frente a la falta de representatividad de nuestros regímenes, se ha defendido la democracia directa. Habría bastantes cosas que decir sobre en que condiciones este sistema puede florecer, ser justo y funcionar bien, pero en principio es una buena idea. Eso sí, no le veo sentido a hacer un movimiento que defienda solamente los derechos de participación y no otros. Es decir, la defensa de derechos políticos debe ser algo complementario de defender el derecho a la sanidad, a la vivienda, al tiempo libre… los derechos en general.

Además se ha afirmado que bajo el capitalismo es tal el poder de presión de los poderes económicos que podrían chantajear incluso a la ciudadanía de una democracia directa, en parte por ser la mayoría de esos ciudadanos trabajadores que dependen de mantener su puesto de trabajo. No sé hasta que punto es así, pero sería interesante probar en que medida la decisión directa podría cambiar las cosas y en que medida no.

 (1) Aunque mi anterior artículo "¿Se reduce la desigualdad en España?" puede entenderse como que ha habido una pequeña mejora, hay que tener en cuenta que el índice de precios, y por tanto la medición del nivel de vida real, no tiene en cuenta la subida de la vivienda. Y además aunque fuera real esa ligera mejora, implicaría años por en medio de no mejorar o empeorar.

(2) Así lo afirman Frank Nullmeier, Steffen Schneider y Andreas Hepp en el último apartado de su artículo "Transformaciones del Estado democrático".

domingo, 16 de febrero de 2025

Presión fiscal y rentas bajas

A día de hoy hay en España una corriente que protesta porque según ella vivimos en un “infierno fiscal” en que dedicamos una parte muy grande de lo que ganamos a pagar al Estado. Lo que se le puede contestar, y a veces se le contesta, es que la presión fiscal es más baja en España que en la media de la UE.

No es incorrecto decir eso, pero sería más fácil convencer en favor de los impuestos, no sólo si se buscara gastar mejor y eliminando corrupción, sino también si se repartiera de forma justa la carga fiscal. Porque sí, el reparto actual de la presión fiscal no es progresivo aunque en teoría tendría que ser así incluso según la Constitución. Como se ve en este gráfico (1) en 2022 el porcentaje de pago de impuestos y Seguridad Social va aumentando según la renta solo hasta cierto punto, y a partir de ahí disminuye abruptamente. Disminuye tanto que el 1% con más ingresos sólo pagó un 24,1% mientras que el 20% con menos ingresos pagó un 27,5%.

Aún se habla bastante (aunque debería hablarse más) de como hacer que los más ricos paguen más. Pero apenas se habla de como hacer que los más pobres paguen menos. Precisamente estos días saltó esta cuestión al debate público con la discusión sobre si debe pagar IRPF el salario mínimo. Creo que lo justo es que el SMI no pague IRPF, sobre todo porque por mucho que se diga que “todos tenemos que contribuir”, el no tributar IRPF no implica que no se paguen otros tributos como Seguridad Social e IVA.

Además de tener un importante mínimo bajo el cual no se pague IRPF, hay otros cambios que habría que hacer para que las rentas bajas paguen menos. Uno de ellos está en las cotizaciones a la Seguridad Social: sería importante que pagaran menos especialmente los autónomos de ingresos más bajos. Algo se ha hecho para hacer menos desproporcional la cotización de ha autónomos, pero la cagaron añadiéndole un así llamado “Mecanismo de Equidad Generacional” que no era necesario para nada. Por otra parte, si estos autónomos cotizaran mucho menos, también ganarían muchos menos derechos, por lo que habría que crear una protección social extra para ellos con cargo a impuestos.

Otro cambio que habría que hacer tiene que ver con el IVA. Se podría bajar el IVA de los productos más básicos, lo que beneficiaría en mayor proporción a la parte más pobre de la población. Sin embargo, esto tiene un problema. Dada la escasa competencia en muchos mercados, cuando se le quita el IVA a los productos las empresas vendedoras se aprovechan y suben el precio absorbiendo la bajada del impuesto, como se vio estos años en España con los supermercados.

La forma de solucionarlo sería poniendo controles de precios a productos concretos, que serían los que recibirían la bajada de IVA, y aunque se suele pensar que esta medida es un desastre, lo cierto es que todas las economías de la UE controlan más precios que España. Además el control no tiene porque ser poner de tope un precio concreto sino también puede ser una limitación del margen de beneficio. Decir también que centrar esta política en relativamente pocos productos pero ampliamente consumidos la haría más fácil de gestionar que si hubiera que topar muchos bienes.

Por supuesto, se podría pensar en aliviar la carga respecto a otros impuestos que existen. Quisiera decir también que yo puedo llegar a entender que pague una proporción importante de imposición alguien que esté un poco por debajo de los ingresos medios (hay mucha más gente por debajo que por encima) pero no que lo haga quien está considerablemente por debajo. Es discutible, pero en principio pienso que se debería buscar reducir la carga del aproximadamente 40% con peor situación.

viernes, 5 de julio de 2024

 ¿Se reduce la desigualdad en España?

Diría que la mayoría de la gente tiene la impresión de que la desigualdad en España está aumentando, sobre todo por como muchas empresas como los supermercados hicieron su agosto en la crisis inflacionaria de 2021-2023. Esa era también mi impresión.

Pero me topé con este gráfico: (1). Mide el índice Gini de desigualdad de ingreso en España entre 2008 y 2023. El índice Gini es un número entre 0 y 1 que para calcularse tiene en cuenta todos los valores de una distribución, en este caso de ingreso. 0 significa una igualdad total y 1 una desigualdad total. Pues bien, en España el índice Gini estaba en el 32,4% en 2008 y con la crisis y las políticas que se hicieron en respuesta a esta por PSOE y PP subió hasta el 34,7% en 2014. Luego bajó un poco hasta el 34,1% en 2017 y luego bajó más fuerte hasta el 31,5% en 2023. (Todo esto con algún altibajo).

Aquí un partidario del gobierno podría sacar pecho y decir que gracias a las políticas de este como el aumento del salario mínimo y la reforma laboral entre otras se reduce la desigualdad en nuestro país, incluso admitiendo que todavía está en niveles altos. Y lo cierto es que aunque algo de eso puede haber, no conviene exagerar tampoco y pensar que todo va tan bien.

Lo primero y probablemente lo más importante que hay que tener en cuenta es el ciclo económico. Con esto me refiero a que la economía alterna épocas de expansión con épocas de crisis. En las épocas de expansión se reduce el paro y esto suele hacer que disminuya la desigualdad, incluso si hay otros factores como la crisis inflacionaria que tienden a concentrar los ingresos. De hecho, en el gráfico puede verse como incluso con el gobierno de Rajoy después de 2014 se redujo un poco el índice Gini. Habría que restar el efecto del ciclo económico para ver cuanta reducción (o aumento en su caso) de desigualdad tiene que ver con la política que se ha hecho estos años.

Lo segundo es que aunque la desigualdad de ingresos se ha reducido apreciablemente en los últimos años, la desigualdad de riqueza no evoluciona de una forma tan clara. De hecho el 10% de la población con más riqueza tiene en torno al 50% del total. Esto puede tener que ver con que como resultado de la crisis de 2008, se redujo la población que compra vivienda y aumentó la que vive de alquiler.

Lo tercero es que la desigualdad de ingreso se mide por hogares y no por individuos, y aunque si hay que elegir mejor medir por hogares, tendría sentido mirarla de ambas maneras. Porque puede haber muchos jóvenes con ingresos bajos o nulos y que precisamente por esa situación y por el altísimo precio de la vivienda, viven con su familia y mientras ellos son pobres como individuos, su hogar en muchos casos no cuenta como pobre.

En todo caso hay que mirar los distintos componentes de la desigualdad. La reducción del paro reduce la desigualdad, y además en los últimos años han subido más los sueldos bajos que los altos, lo que también la reduce. Sin embargo, la proporción de rentas del capital respecto a las del trabajo ha aumentado considerablemente desde 2020 (ese año se redujo) y eso tiende a aumentarla. Este aumento se debe a la crisis inflacionaria de 2021-2023 y seguramente también a la burbuja de la vivienda.

Sería interesante investigar por qué nos vemos más pobres y/o más desiguales que en 2008. Ya vimos que hay 0,9% menos de desigualdad de ingresos y por otra parte el PIB per cápita real (es decir ajustando la inflación) es un 3,78% mayor en 2023 que en 2008 (2). Aparte de las razones que ya he dado, podríamos decir que pasar una grave crisis económica y a continuación una pandemia provocan pesimismo a cualquiera. Además, tendemos a sentirnos bien o mal en relación a expectativas, y puede que cada vez estemos más lejos de las expectativas que nos habíamos puesto. Y aunque dar demasiada importancia a este factor tampoco está bien, deben influir los mensajes negativos lanzados desde los medios. Esta percepción nuestra es un tema importante, desde luego.

Posdata (24 de agosto de 2024): Recientemente me han dicho que en otras fuentes el índice Gini de desigualdad de España es algo mayor. He comprobado que es así, sin embargo la evolución respecto a 2008 es parecida.

(1) https://x.com/edugaresp/status/1802993256478691449/photo/2

(2) GDP per capita (constant LCU) - Spain | Data (worldbank.org)


martes, 25 de junio de 2024

 

Reducción de jornada

El ministerio de Trabajo pretende reducir la semana laboral legal de las 40 horas semanales actuales a 37,5 horas sin bajar sueldo. Pienso que esta medida, con ser un avance, es bastante insuficiente. Como decía Vimes de asihablociceron (1) no es una medida revolucionaria, sino más bien una medida que apuntala el sistema.

Bien es verdad que el partido Sumar se presentó con la propuesta de establecer la semana de 32 horas partiendo de las 37,5 pero como suele pasar con estas cosas, al llevarla a la práctica y pactar con el PSOE la medida fue rebajada. Mas aún, temo que al final no se lleve a cabo en absoluto, por esa condición que marca este gobierno de que el grueso de su política laboral tenga que ser pactada con la patronal. Lo cual no tendría que ser así, porque eso es darle a una pequeña minoría el poder de veto sobre lo que deciden las mayorías, sin contar con que se han hecho reformas laborales sin la aprobación de los sindicatos. Además el gobierno tiene que conseguir el apoyo de Junts.

Además de ser un cambio no muy grande, se puede decir que llega con retraso. La jornada de 8 horas lleva 105 años, desde la huelga de la Canadiense en 1919 y la semana de 5 días y 40 horas días lleva desde 1983 (todo esto sin contar el gran número de veces que se incumplen estas normas, claro). Lo cierto, es que aunque a la economía le ha ido mucho peor desde 2008, seguimos teniendo un nivel de producción mucho mayor que en 1983, por lo que una reducción de horas debería ser factible.

Hay quien para defender la medida señala que podría incrementar la productividad. Entiendo la buena intención de este argumento, y me he hecho eco de él alguna vez, pero pienso que no es la mejor vía para defenderla. En primer lugar, porque el incremento de productividad depende mucho del sector económico del que estemos hablando. En trabajos de oficina, reducir jornada puede mejorarla muy fácilmente. En cambio en comercios que esperan la llegada de clientes, al estar menos tiempo el trabajador es probable que le lleguen menos compradores. Desde luego en trabajos como vigilante o portero no va a suponer mejora de productividad. En todo caso que vayas a producir más por hora no significa siempre que vayas a producir más en cantidad absoluta.

En segundo lugar, porque en la medida en que se produzca un poco menos al rebajar horas, puede pasar que las empresas necesiten algún trabajador más y se reduzca el paro. Las dos ventajas, aumento de productividad y reducción de paro, pueden darse, pero en la medida en que se dé más una, se dará menos la otra. Tampoco creo que podamos esperar una creación de empleo enorme, pero algo puede que sí. Por supuesto que el gran argumento debe ser la calidad de vida que aporta tener más tiempo libre.

Junto a que la medida no se lleve a cabo en absoluto, otra cosa que podemos temer es que se acaben dando un montón de subvenciones a las empresas para implementarla. Habría que calcular cuanto dinero nos cuestan a los trabajadores estas ayudas para ver en que medida nos compensa la reducción de horas, distinguiendo si las ayudas son permanentes o no. La verdad es que yo no añadiría ni un euro a la cuenta de las empresas, en todo caso se podrían dar ayudas a los sectores en que más problemas tenga su implementación, financiándolo con contribuciones de los sectores donde más ventajas traiga, de modo que el efecto neto para el presupuesto fuera cero.

Otro tema relacionado con las reducciones de semana laboral, sobre todo si son mayores que esta, es que hay quien prefiere disminuir las horas diarias y quien prefiere reducir a 4 los días laborables. Yo prefiero reducir las horas, pero lo otro no me parece mal, y por supuesto si pudieran ser ambas cosas mejor. Claro que la legislación puede permitir hacer ambas cosas, pero siempre va a haber una distribución de horas que sea la que se marque por defecto. Hay que señalar que la disminución de días es la mejor opción para ahorrar en el coste y contaminación del transporte mientras que la disminución de horas es mejor para la conciliación familiar por ejemplo de quien tenga hijos.

En relación con eso, debo comentar que, hablando de este tema por Twitter, me respondieron dos personas que trabajaban 6 días a la semana, y claro, les tuve que dar la razón en que para alguien que trabaje esa cantidad de días, es normal que la preferencia sea reducir 1 día la semana.

También me dijeron que realmente la jornada semanal es una aproximación y que las horas se establecen por año, por lo que la reducción de jornada podría consistir en más días libres al año. Aunque esto tampoco sería un retroceso, me da miedo que esta acabe siendo la forma de llevar a cabo la reducción, puesto que creo que es la peor forma de hacerlo. Lo único bueno es que sería más difícil de incumplir por parte de las empresas.

Para terminar, recalcar que tener más tiempo libre es muy necesario para una vida sana y feliz; la idea de que trabajando 8 horas y durmiendo otras 8 quedarían 8 de ocio es falsa si tenemos en cuenta la necesidad de hacer tareas domésticas, por no hablar del tiempo de transporte entre trabajo y casa. Por eso deberíamos lograr reducciones mayores. Pero si queremos hacerlo, tenemos que distinguir lo que se pueden reducir las horas manteniendo el resto del sistema económico igual y lo que se pueden reducir si eliminamos la necesidad que tiene el capital de tenernos trabajando más horas para mantener sus beneficios, en parte también mediante la obsolescencia programada. Lo que pasa es que eso requiere un cambio de modelo y por tanto está bien difícil.

(1) Así habló Cicerón: La jornada de 8 horas (asihablociceron.blogspot.com)

domingo, 12 de mayo de 2024

 

Salarios y productividad

Se dice a veces, para justificar que en España los salarios sean bajos, que somos un país con poca productividad. Sin embargo, veamos los datos.

Según el INE, el PIB de España para el año 2023 fue 1.461.889 millones de euros. (1) Haciendo media con los cuatro cuatrimestres de dicho año, el número de trabajadores fue de 21.182.200 (2), lo que da una productividad de 69.014,97 euros por trabajador al año. La cifra impresiona.

Bien es verdad que al principio hablé de salarios, y en la cifra de trabajadores se incluyen los autónomos. Alguien podría argumentar que los autónomos trabajan más en muchos casos y por lo tanto son más productivos. Aunque se puede contestar que el trabajar individualmente y no en una estructura de mayor escala les resta productividad por otra vía, estoy dispuesto a suponer hipotéticamente que tienen una mayor productividad. También según el INE, los no asalariados son, para el mismo año, el 15,2% (3) de los trabajadores. Suponiendo que fueran un 30% más productivos, la productividad de los asalariados seguiría siendo de 66.005,14 euros por trabajador.

También es cierto que de lo que producimos al trabajar debe pagar también a los pensionistas y las prestaciones de los desempleados. Para eso existen las cotizaciones de la Seguridad Social, y aunque una parte sale de nuestro sueldo, otra mayor la paga el empresario. Esta parte supone de media un 35,05 % respecto al sueldo (4), lo que quiere decir que si le descontamos ese pago (suponiendo que pretendiéramos subir esas prestaciones en la misma proporción que subirían los salarios al ajustarse a la productividad), la productividad se quedaría en 48.874,74 euros por asalariado.

Sigue siendo una cifra considerable. Lo cierto es que la mayoría cobramos mucho menos, por lo que de estas cifras se deduce que hay una proporción muy grande de dinero que está yendo a los sueldos más altos, y sobre todo a los beneficios empresariales, y por ello hablar de baja productividad es tramposo. Una cosa es que con esta forma de funcionar la economía, a esta productividad correspondan estos sueldos y otra cosa es que no pudiera ser cambiado.

Por supuesto, todo esto es hablando a escala española. Se puede objetar que los países ricos como el nuestro dependen en gran medida de la producción del resto del mundo, por lo que la productividad española sería más baja si hubiera que pagar adecuadamente a los demás. Aún así la productividad mundial por trabajador en 2022 fue, según el Banco Mundial, de 41.266 dólares (dólares con el poder adquisitivo de Estados Unidos en 2017) (5). Esto puede servirnos para poner las cosas en perspectiva mundial pero no cambia tanto el argumento.

(1) PIB pm Oferta (Precios corrientes)(30678) (ine.es) ; PIB pm Demanda (Precios corrientes)(30680) (ine.es)

(2) INEbase. CONSUL

(3) Ocupados por sexo y situación profesional . Valores absolutos y porcentajes respecto del total de cada sexo(65128) (ine.es)

(4) INEbase. CONSUL ; INEbase. CONSUL

(5) GDP per person employed (constant 2017 PPP $) | Data (worldbank.org)

Democracia y descontento Nuestros sistemas políticos se definen como democráticos, es decir, como sistemas en los que el gobierno responde a...